«Armas, gérmenes y acero» de Jared Diamond es un gran libro que intenta explicar las razones por las que, a través de la historia, unos pueblos han conseguido una mayor riqueza y en muchos casos han podido someter a otros. Uno de sus objetivos es el de ser capaz de explicar estas diferencias huyendo de hipótesis racistas y basándose en explicaciones científicas.
Es una lectura apasionante que cuenta los eventos más importantes de la historia: la aparición de la agricultura y la domesticación de los primeros animales, la escritura, la evolución de la tecnología…
Pero en esta entrada del blog, quiero centrarme en una pequeña anécdota. Sobre el tema de la tecnología, estudia los factores que influyen en la difusión de un determinado invento y utiliza los teclados como ejemplo:
«Otro factor más es la compatibilidad con intereses creados. Éste libro, como probablemente casi todos los documentos ahora impresos, fue escrito con un teclado QWERTY, denominación que responde a las seis primeras letras a la izquierda de la fila superior. Por increíble que ahora pueda parecer, tal disposición del teclado fue diseñada en 1873 como proeza de antiingeniería. Utiliza toda una serie de trucos perversos ideados para forzar a la persona que lo utiliza a escribir lo más lento posible, como el dispersar las teclas más comunes por todo el teclado concentrándolas en el lado izquierdo (donde las personas no zurdas han de utilizar su mano menos hábil). La razón de todos estos rasgos aparentemente contraproducentes es que las máquinas de escribir de 1873 se atascaban si varias teclas adyacentes se pulsaban en sucesión rápida, por lo que los fabricantes tenían que lograr que se mecanografiara con más lentitud. Cuando las mejoras de las máquinas de escribir eliminaron el problema del atasco, unas pruebas realizadas en 1932 con un teclado eficientemente dispuesto demostraron que éste permitiría duplicar la velocidad de mecanografiado y reducir el esfuerzo en un 95 por 100. Pero los teclados QWERTY estaban ya entonces sólidamente afianzados. Los intereses creados de cientos de millones de usuarios de QWERTY, profesores, vendedores y fabricantes de máquinas de escribir y ordenadores han venido zancadilleando durante más de sesenta años cualquier paso en el sentido de mejorar la eficiencia del teclado.»